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1°
Bienal del Fin del Mundo 2007
por Teresa Riccardi
Historiadora de Arte, crítica, curadora miembro fundador
de Duplus.
http://www.latinart.com/exview.cfm?start=3&id=254
…. En uno de los puertos turísticos de Ushuaia, a
modo de búsqueda (de) constructiva de un horizonte de temporalidades
históricas y críticas, se realizaba el proyecto
The Paradigm Confine Tour de Alicia Herrero. El “tour”
consistía en una experiencia de navegación durante
tres horas con casi 40 pasajeros a bordo, en aguas fronterizas
sobre el Canal del Beagle. El relato “guiado” se presentaba
más bien como una reflexión contemporánea
descentrada del paradigma cientificista y exotista del “paisaje”
o del “confín”, frente a las frecuentes apropiaciones
de la propia contemporaneidad respecto del discurso moderno. La
instalación de una plataforma de discusión cuya
práctica artística deje ver “situacionalmente”
las condiciones de las bienales en la actualidad, fue estimulada
a partir de un laboratorio flexible integrado por Carla Zaccagnini
y la propia Alicia Herrero, e intelectuales como Francisco Alí-Brouchaud,
Miren Jaio y Jaime Iregui, fuertemente instalados en la crítica
institucional. Una revista MIS6 (magazine in situ sexta edición,
del proyecto que lleva adelante Alicia Herrero desde el 2004)
cercana a un arte de servicios, discute al formato bienal (aunque
no sin su ayuda) la difícil distinción entre intercambio
y participación que la biosfera política regula
en nuestra experiencia de la vida contemporánea. Herrero
plantea una huída del confinamiento entre sujeto-objeto,
al crear otros criterios de coexistencia entre arte y vida que
desacralizan la institución “arte”. Sin duda
la participación de Francisco Alí-Brouchoud fue
un intento lúcido de señalamiento a la “reclusión”
que suelen sufrir las producciones culturales en los nuevos dispositivos
de espectacularidad que la sociedad articula en la máquina
cultural. La sagacidad de su texto Gran Hotel Abismo, alude a
la célebre imagen que Lukács empleaba para describir
el deterioro sintomático de la intelligentzia alemana y
con la cual mantenía encendidos combates…
Complete Text:
End
of the World Biennial,
30/03/2007 - 29/04/2007
Ushuaia,
1era
Bienal del Fin del Mundo 2007
por Teresa Riccardi
1.
Durante abril de este año se presentó en Ushuaia,
capital de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida
e Islas del Atlántico Sur de la Argentina, en su primera
edición, la Bienal del Fin del Mundo. Promoviendo el polo
turístico austral de “ciudad del fin del mundo”
junto al municipio de Ushuaia, se desarrolló una iniciativa
conjunta de la Fundación Patagonia Arte y Desafío
y la Fundación Memorial del Parlamento Latinoamericano
de San Pablo. Con una programación y planificación
apretada que llevó más de un año y medio
de trabajo, las instituciones mencionadas llevaron adelante la
titánica tarea de nuclear en una pequeña ciudad
alrededor de 60 artistas provenientes de diversos lugares del
mundo. Dirigidos por una co-producción artística
brasileño-argentina, bajo curaduría general de Leonor
Amarante (Brasil) y Corinne Sacca Abadi (Argentina) y asistidos
por las curadoras adjuntas Ibis Hernández Abascal y Florencia
Battiti respectivamente.
En un aspecto general y a tono con los dispositivos actuales que
despliegan las exposiciones de bienales, la del Fin del Mundo
apropió y enfatizó en su discurso curatorial el
lugar de emplazamiento que la identifica como lugar turístico,
volviendo físicamente a la ciudad un site-specific con
producciones de lo más diversas. Muchas de ellas, presentadas
como instalaciones o señalizaciones en el territorio urbano,
intervinieron el paisaje, o repensaron aspectos territoriales
del escenario fueguino. A su vez intentaron, pero sin duda con
menos éxito, subrayar problemas ambientales referidos al
lugar decisivo que ocupan actualmente las regiones polares en
el funcionamiento del planeta. Si bien el discurso curatorial
adhirió a la celebración del año polar internacional
que se prolongará hasta el 2009, los asuntos claves que
aborda este programa científico, como la situación
del medio ambiente polar, la sostenibilidad de sociedades circumpolares
o la interconexión entre los procesos polares y los globales,
fueron poco comprendidos tanto por el público como por
algunos artistas. La dificultad de esta distancia es de tipo curatorial,
y es que presentar los avances tecnológicos recientes en
el campo de la investigación científica, en el conocimiento
de los polos, merece un ejercicio aún mas complejo que
el de meramente señalar. Actualmente la legislación
ambiental y la investigación científica, al menos
en la Argentina, adolece de una práctica que se comprenda
como presencial y activa en la cotidianidad de nuestra comunidad,
o sea en cómo la ciencia colabora a diseñar maneras
de pensar y movernos en un mundo tan diversificado. Desgraciadamente,
sólo mediante cooperación voluntaria de minorías
civiles y asociaciones diversas preocupadas por estimular la conciencia
colectiva, se logra cada tanto algún tipo de visibilidad
de la cuestión. En este sentido, la iniciativa curatorial
quiso privilegiar este enfoque y consideró grupos reducidos
de artistas preocupados por reflexionar aspectos “naturales”
desde el arte, volviendo la propuesta atractiva en el contexto
local y familiarizándose con algunas producciones de la
región fueguina. Ahora bien, entendemos sin embargo que
crear un dispositivo para tratar aspectos ambientales y mostrarlos
a través de producciones artísticas involucradas
en el tema, puede traer otro problema: ¿cómo mostrar
sin hacer evidente un proceso de ilustración pedagógica,
o sin simplificar un problema de índole científico?
La curaduría intentó articular respuestas desde
dos aspectos, por un lado acertadamente, creo un programa pedagógico
en escuelas que involucró investigadores y educadores de
diversos sectores; y por otro lado, diseñó con varios
artistas estrategias de señalamiento respecto del paisaje
site-specific de Ushuaia, pensando la idea de circularidad como
elemento aglutinador a obras cuyos orígenes presentaban
problemáticas muy variadas. Sin embargo, ¿qué
se decide hacer visible de ese lugar particular en relación
a las producciones seleccionadas? y ¿cuál será
su permanencia? o si estas producciones ¿pueden o no ser
re-localizadas? son preguntas que la curaduría no resolvió
con facilidad con respecto a la distinción entre los señalamientos
site-specific. Quizás en otra dirección, resultaron
más difíciles de ensayar interrogantes acerca de
cómo mostrar al mundo las producciones del cono sur y otras
en diálogo, para posicionarse en el escenario global que
proponen las bienales; o cómo articular un dispositivo
de exhibición que integre una reflexión de tipo
científico-tecnológico y considere a su vez las
preocupaciones ambientales. El resultado fue menos ambicioso,
pero en cambio debe considerarse importante el esfuerzo por incluir
producciones relacionadas a un arte de servicios, o apuntar a
prácticas artísticas de territorialidad, de tipo
flaneur o situacional; al mismo tiempo que incluyó diálogos
transnacionales provenientes del debate o discurso de ciudades,
formas de apropiación que instaura el city marketing y
el marketing de locaciones. Estas son alguna de las formas que
se hicieron visibles mediante el concepto de circularidad mencionado.
2.
Recientemente en Ruinas, un brillante y devastador ensayo del
artista y crítico de origen libanés Jalal Toufic,
se preguntaba por las representaciones del arte contemporáneo
en el mundo árabe y sus contextos de producción
del siguiente modo: ¿Qué es lo que tiene de site-specific
El Líbano? Buscando respuestas, densamente el relato va
configurando la idea de la ruina como lugar acechado por los sobrevivientes
que habitan una ciudad devastada por las guerras de invasión
israelí desde 1982 hasta la actualidad. En el camino, describe
una ciudad que recupera a través de sus ornamentos y detalles
patrimoniales -a modo de laberinto espacio-temporal- la memoria
presente de aquello que ha sido un lugar en la historia y la historia
actual de la reconstrucción del distrito central en Beirut.
La experiencia de Toufic de las migraciones y exilio con su familia
en 1982, es importante en este relato, y seguramente éste
como tantos otros relatos de vida han sido apropiados por la intelligenzia
curatorial, a la hora de decidir incorporar el pabellón
de El Líbano por primera vez en la 52 edición de
la Bienal de Venecia. Por distante que esto nos parezca, el escenario
actual globalizado en el cual nos encontramos, nos obliga a pensar
estas resonancias e imaginar y adecuar nuestras percepciones frente
a experiencias difíciles de ignorar. 1982 es un año
clave. Ushuaia, ciudad ubicada a 600 millas de las Islas Malvinas,
hoy territorio inglés, es el testigo más cercano
de una guerra aún difícil de olvidar para muchos
argentinos; recordada mediante un tradicional acto conmemorativo
de vigilia la noche del 1ero de abril, en el monumento a las Islas
en el centro urbano, y desligada de todo planteo bienalístico.
Si estamos obligados a imaginar, sabemos entonces lo fácil
que puede ser olvidar, lo sencillo que puede resultar desviar
o reponer en el lugar una ficción. Volviendo a la Bienal,
sabemos que trató sobre otras cosas y eligió señalar
otro tipo de urgencias, aunque no podemos dejar de observar en
el concepto de circularidad un dispositivo diferencial que permita
pensar otra manera de recordar.
3.
Entre pasado y presente, las obras presentadas hicieron visible
lo invisible. Desde lo curatorial se eligieron site-specifics
que marcaron una apuesta institucional que incluyó lugares
históricos, museos, y espacios de la cultura de la ciudad.
Y si bien la propuesta logró enlazar la historia del lugar,
la propia naturaleza de los mismos espacios neutralizó
el riesgo experimental expositivo y el discurso de algunas producciones.
Por ejemplo, se puede pensar como acierto la instalación
de los collage de la serie L´Obsservatore Romano de León
Ferrari en el recinto histórico del presidio, así
como las construcciones “mobiliarias” de José
Rufino y también las instalaciones y dibujos de Alexis
Leyva Machado (K-Cho) en La Casa Bebán. Pero tal vez como
desacierto las fotografías de Rochelle Costi, que en el
polideportivo diluían la lectura de analogías formuladas
desde la idea de “desvio” entre estrábicos
y presos. Esta propuesta pensada en un sitio como el presidio,
por ejemplo, llevaría a considerar los mecanismos de regulación
y reinserción social impartidos en las sociedades disciplinarias
a partir de las conductas normalizadas y las "estetizadas"
en la actualidad.
La instalación y el video suelen ser consideradas tipologías
canónicas en muchas de las bienales actuales y en este
caso no fue la excepción. No obstante, cabe señalar
la inclusión de acciones corporales, entre estas la performance
Cara o cruz versus Cruz y cara y la donación de sangre
para Malvinas de Jorge Orta; los trabajos de los brasileños
Flaminio Jallegas y Patricia Gerber; las acciones del colectivo
Bijari, y RaioXexpandido de Gabriel Guaraci, fueron junto a la
propuesta irónica y sorpresiva de los canadienses BGL,
estrategias de posibilidad y actualización, en una práctica
hoy bastante desacreditada. Y sin duda, resultaron atractivas
al público.
Más concientemente, los artistas recurrieron una y otra
vez a la ficción para poner en perspectiva la especificidad
de Ushuaia y el juego estratégico que la mirada turística
impone al sitio. Hubo producciones que lograron distinguirse y
articularon heterotopías que se diferenciaron de los fuertes
factores de localización, y aunque pocas veces tratadas
desde un aspecto político como piensa la utopía
foucaultiana, fueron persistentes en el despliegue imaginario
de un territorio habitado por regimenes diversos. Ushuaia, se
presenta como lugar prospero donde la oferta turística
crece y la demanda acompaña en el “libre juego”
de mercado de servicios, por lo tanto resulta interesante observar
el paisaje de ese territorio, circularlo, observarlo. Entre tanta
prosperidad reciente, Ushuaia vive de inmigraciones diversas,
y estas revelan la ausencia o falta generacional de fueguinos
recomponiendo muchas veces la idea de un paisaje del confín,
y por ende de huida o de paso. Los que llegan, vienen de otro
lugar y como emigrantes crean ficciones, componen nuevos sitios,
se acomodan, asientan, construyen; donde la historia del sitio
no pesa, crean nuevas mitologías o remiten a otras historias.
Algo que recuerdan a distancia, los registros sonoros, dibujos
y fotografías de Paula Senderowicz en Transient shelter,
como un refugio frágil, efímero, de hielo, creado
para que allí se abriguen historias o mitologías
apropiadas por el doble sonoro de los rituales de asentamiento.
Incluyendo esta perspectiva, pero abordando una mediación
que los aleje del propio encantamiento fueguino, los trabajos
de artistas como Alicia Herrero, Julián D´Angiolillo,
Daniel Trama, el Grupo del Borde y el trabajo conjunto de Jorge
Haro+ Nicolaj Callesten+ Mai Stautsager, han permitido ver las
discontinuidades o las fisuras de la circularidad. Incorporan
movimiento, interrumpiendo la idea positivista de la contemplación
como algo estático y atemporal. En el caso de D´Angiolillo
un triciclo se desplaza llevando su cuerpo o el de otro a deambular
por la ciudad. Trata de hacer negocios inmobiliarios en terrenos
ruinosos, en aquello que queda. En fábricas deshabitadas
hace sus planes, fabula con un tablero y su ojo, para solo detenerse
en el espacio del polideportivo. Allí, nos deja un registro
de estos movimientos, en una canasta que incluye un televisor
y un video, tal vez una performance diferida, distanciada.
En uno de los puertos turísticos de Ushuaia, a modo de
búsqueda (de)constructiva de un horizonte de temporalidades
históricas y críticas, se realizaba el proyecto
The Paradigm Confine Tour de Alicia Herrero. El “tour”
consistía en una experiencia de navegación durante
tres horas con casi 40 pasajeros a bordo, en aguas fronterizas
sobre el Canal del Beagle. El relato “guiado” se presentaba
más bien como una reflexión contemporánea
descentrada del paradigma cientificista y exotista del “paisaje”
o del “confín”, frente a las frecuentes apropiaciones
de la propia contemporaneidad respecto del discurso moderno. La
instalación de una plataforma de discusión cuya
práctica artística deje ver “situacionalmente”
las condiciones de las bienales en la actualidad, fue estimulada
a partir de un laboratorio flexible integrado por Carla Zaccagnini
y la propia Alicia Herrero, e intelectuales como Francisco Alí-Brouchaud,
Miren Jaio y Jaime Iregui, fuertemente instalados en la crítica
institucional. Una revista MIS6 (magazine in situ sexta edición,
del proyecto que lleva adelante Alicia Herrero desde el 2004)
cercana a un arte de servicios, discute al formato bienal (aunque
no sin su ayuda) la difícil distinción entre intercambio
y participación que la biosfera política regula
en nuestra experiencia de la vida contemporánea. Herrero
plantea una huída del confinamiento entre sujeto-objeto,
al crear otros criterios de coexistencia entre arte y vida que
desacralizan la institución “arte”. Sin duda
la participación de Francisco Alí-Brouchoud fue
un intento lúcido de señalamiento a la “reclusión”
que suelen sufrir las producciones culturales en los nuevos dispositivos
de espectacularidad que la sociedad articula en la máquina
cultural. La sagacidad de su texto Gran Hotel Abismo, alude a
la célebre imagen que Lukács empleaba para describir
el deterioro sintomático de la intelligentzia alemana y
con la cual mantenía encendidos combates.
De viaje, trashumante, el Proyecto Casa Nómada del Grupo
DelBorde se presenta como habitáculo temporal y móvil
que va de un lugar a otro sobre un trineo de troncos. Sin residencia
fija se desplaza constantemente. Estacionados solamente por un
día en el Paseo de las Rosas en Ushuaia para iniciar un
nuevo recorrido, se mueven mediante una acción por la Bahía
de Encerrada, y vuelven a detenerse momentáneamente en
el Barrio Felipe Varela, no sin antes invitar a todos aquellos
que quieran pasar a visitarlos, a bailar un tango, tomar una bebida
caliente o simplemente conversar con ellos en su casa. Y en otro
diálogo más lejano, para pensar también en
la conversación, los field recordings y registros fotográficos
de Haro, Callesten y Stautsager muestran las semejanzas entre
Ushuaia y una ciudad dinamarquesa a través de una publicación.
La obra de Daniel Trama insiste en revisar otro territorio: el
formato de instalación. La preocupación de su planteo
de cómo reciclar temperaturas se traduce en un simulacro
jugando con la idea de circuito. Bloques de hielos representados
en cera azul se derriten vía cable alimentados por estufas
que recorren un paisaje hasta su retroalimentación. El
cable deviene en línea del dibujo y sirve como conductor
de energía en un sistema auto sustentable de alimentación,
de pasajes y transformaciones del estado de la materia que hacen
de este un espacio de circulación. La utilización
de luces helicoidales logra un rectángulo muy potente de
luz en la pared, transformando el dibujo en algo pictórico
y desarticulando los límites que el formato propone a partir
de una oscilación conceptual.
4.
Tanto Aves Migratorias, proyecto realizado en varias etapas y
coordinado en escuelas por Edith Matzen Hirsch y Fernando Goin,
como la amplísima tarea de campo Prácticas Sensibles,
dirigido por Marcelo Giménez y Alicia Romero, fueron iniciativas
vinculadas al área pedagógica. Se articuló
de esta manera una plataforma in situ y virtual como parte de
la promoción, capacitación docente y discusión
artística. Entrevistas e información estuvieron
disponibles a través de un sitio Web, mostrando la actividad
de artistas de la región patagónica. La preocupación
ambiental estaba en los videos de Andrea Juan quien trabajó
con un equipo de glaciólogos y geógrafos registrando
performances en la Antártida. Charly Nijenshon también
inscribió su trabajo en esta línea mediante acciones
en el paisaje. Jorge Fargas presentó el Modelo de centinela
climático, un gigantesco girasol recolector de información
y sensible a los cambios meteorológicos, entre otros artistas
que también insistieron en las urgencias ecológicas.
5.
Finalmente, podríamos decir que lo específico de
un sitio no puede pensarse si no es en la repetición. Esta
bienal resulta la primera de un ejercicio de mirada sobre el lugar.
La circularidad es un punto de partida, no hay duda. Solo la insistencia
y la (dis)continuidad darán a este movimiento, nuevas posibilidades
que sean capaces de actualizar una pequeña historia que
se inicie en el fin del mundo.
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